Por qué comprar Alcopop Bacardi Breezer Naranja

Cambio de escenario. Estás en un garito con amigos, esperando en la barra a pedir. Hoy no quieres degustar algo con mucha graduación, mañana es un día duro y tienes que rendir al máximo en el trabajo. ¿Solución? Bacardí Breezer Naranja.

Y es que el alcopop de Bacardí está pensado para cualquier situación que te venga a la mente. Pero, en primer lugar, ¿de qué hablamos cuando decimo alcopop? Sencillamente de una bebida refrescante pre-mezclada compuesta por alguna bebida alcohólica de carácter fuerte, generalmente vodka o ron, y acompañada de zumo de frutas en Europa o de bebidas saborizantes o cerveza en los Estados Unidos. A todo esto hay que añadir el agua carbonatada, tercer elemento indispensable para dar como resultado un producto refrescante de 4’4 grados que en poco tiempo se ha convertido en una de las variantes estrella de la marca cubana gracias a la presencia de su inimitable ron blanco.

Notas de cata. Vista, olfato y gusto

Un clásico botellín de 27’5 centilitros sirve como refugio de este preciado líquido líder en el mercado dentro de sus congéneres. Una vez vertido en el vaso, Bacardí Breezer Naranja muestra un color naranja claro, dejando escapar aromas frutales a cítricos, primordialmente a limón y naranja. Por último, en boca se presenta sabroso, afrutado y dulce, destacando también la naranja y el limón junto con el irresistible toque de Bacardí Blanco.

Cómo degustarlo. Maridaje

En cuanto a la mejor forma de degustarlo, desde Yo pongo el hielo recomendamos hacerlo a una temperatura de entre 6 y 8 grados, o en su defecto acompañado de tres o cuatro piezas de hielo para que su sabor refrescante calme nuestra sed.

Una señal del destino

Más de siglo y medio de historia es la que contempla a Bacardí, y la gran mayoría de ella ligada a un símbolo inconfundible que llegó como una señal del destino. Corría el año 1862 cuando Facundo Bacardí, español afincando en Santiago de Cuba, decidió levantar de la nada una destilería de ron. Los primeros pasos de esta fueron importantes, destacando ya desde el principio la calidad del mismo, pero fue un hecho fortuito el que provocó que la marca despegara.

Una mañana doña Amalia, esposa de Facundo, se encontraba en las afueras de la destilería observando su negocio. En ese instante de esta escapó una bandada de murciélagos que de primeras asustó a la dueña de Bacardí, pero tras recuperarse del sobresalto su mente comenzó a trabajar, llegando a la conclusión de que el símbolo del murciélago debiera ir impreso en todas las botellas de su ron. De esta manera los consumidores, la gran mayoría analfabetos, podrían reconocer su bebida con sólo observar el murciélago. Un gesto sencillo, pero crucial para que después de más de 150 años sigamos considerando Bacardí entre las mejores destilerías del mundo.

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